John Lake, crítico de la revista on-line Cinemas Cine, nos propone un acercamiento a siete películas del festival, una de las más importantes citas cinematográficas en América Latina.
At the end of the Daybreak
Desde “Aquí a las seis”, la telenovela protagonizada por Fernando Siro y Eva Dongé, pasando por “Rolando Rivas, taxista”, la relación entre joven humilde y niña rica han saturado las pantallas televisivas. At the End of the Daybreak del malayo Ho Yuhang plantea nuevamente el secreto romance entre dos jóvenes de clases sociales opuestas. Él tiene 23 años y ella es una adolescente menor de edad. Para acentuar las diferencias económicas entre ambos, mientras la niña toma clases de piano, el muchacho acomoda lavandinas en la estantería del modesto almacén de la madre. Los padres de la joven, al enterarse de la relación, exigen una recompensa económica. No satisfechos con la compensación en efectivo, deciden acudir a la justicia. Llegado a ese extremo, las cosas se complican y aflora lo irracional que desencadena el drama. El director lleva las riendas del film con toques muy “fashion”.
Ya se hizo un foco de Yuhang en el BAFICI 2007 y es muy probable que en un futuro festival integre algún jurado. El director desacelera los tiempos. Interrumpe toda empatía que el espectador podría tener con alguno de los personajes, con recursos estrictamente cinematográficos, utilizando planos o encuadres inesperados. El film malayo se deja ver. Moderno, con ritmo pausado está muy acorde con los parámetros del festival.
Hadewijch
Hadewijch, nombre que remite a una poetisa medieval, es el título del nuevo film del controvertido director francés, Bruno Dumont. En un giro de ciento ochenta grados en lo que respecta a sus temáticas, Dumont, dejando de lado el sadismo, se adentra en la teología al narrar la historia de una fanática, en el amplio sentido de la palabra, religiosa. Céline, la protagonista, es hija de un ministro del gobierno que vive en un petit hotel palaciego en la Île de France. La madre está siempre aburrida y el padre es un ave de paso. Rechazada en el convento por exceso de martirios, la madre superiora le sugiere aplicar su desmedido amor a Cristo en el mundo laico. En una escena en un café, muy “rhomeriana”, en la cual se deja abordar por tres jóvenes diciendo a todo que: “sí”, se vincula con dos hermanos árabes adeptos a la lucha armada islámica. El camino espiritual de Céline, virgen y enamorada pasionalmente de Cristo, la conduce a la violencia, como una forma de manifestar su fe y devoción.
Dumont, muestra la necesidad del hombre contemporáneo, de concretar un vínculo místico con el mundo, y, a su vez, advierte de los peligros de las manifestaciones religiosas de ese misticismo. Tratándose de un film de Dumont, el erotismo no podía estar ausente. Al erotismo expreso y casi explícito de sus films anteriores, en Hadewijch, el erotismo está siempre latente en la figura de Céline, en los roces con Yassine, uno de los hermanos, que no puede mirarla directamente a los ojos, mezcla de pudor instintivo y educación religiosa. De Bresson, toma el ascetismo y la religiosidad. De Dreyer, remite al personaje de Juana de Arco, por las actitudes de la protagonista y por la luminosidad con que Dumont enfoca su rostro. Un film que vale la pena analizar y que se presta a un debate abierto, debido a sus múltiples interpretaciones.
Turn it loose
Esta película sitúa al espectador en Soweto, Sudáfrica, donde se llevará a cabo una competencia internacional de break dance. Si bien la danza y la destreza de los concursantes es el eje del film, el documental se detiene en narrar la lucha por sobrevivir y superarse de los participantes, que en su mayoría son de condición humilde. Un ex “homeless” mejicano que habita en California, explica cómo la danza lo salvó de volcarse a la droga y el delito. Un argelino que vive en Lyon manifiesta su nostalgia por las raíces. Un americano compite como homenaje a su hermano fallecido y un senegalés muestra el entusiasmo de sus coterráneos por la danza que tuvo sus orígenes en los años setenta en New York. Los B-Boys, así se los llama, compiten de a dos, como en una contienda pugilística. En una especie de desafío, a las contorsiones de un bailarín, replican los movimientos distorsionantes del otro. La cámara, por lo general, los toma en picado para poder apreciar los giros y movimientos felinos que propone el baile. Para fanáticos del hip hop, el break dance y de toda danza callejera.
Woman on fire looks for water
Es otro de los films malayos que estuvo en la muestra. El joven director Woo Ming Jin cuenta la historia de un padre y un hijo, en un pueblo de pescadores, que parecen cometer el mismo error en materia de amores. El padre, a punto de fallecer, decide visitar al amor de su vida, pero con quien no se casó. Ah Fei, el hijo, está enamorado de una joven que solo quiere consolidar la relación cuando el joven sea económicamente solvente. En el ínterin, va a trabajar a una fábrica donde su jefe le propone un futuro mejor ofreciéndole la mano de su hija. Entre imágenes de ríos tranquilos, recolección de berberechos y la faena diaria de los pescadores va trascurriendo cansinamente el romance entre los dos jóvenes protagonistas. Las bellas imágenes apoyadas en muy buena fotografía, mantienen el interés del relato hasta el final.
Ajami
Ajami, es un barrio de Jaffa, ciudad de Israel, donde conviven musulmanes, cristianos y árabes. Omar, un joven árabe israelí, está en peligro junto a toda su familia debido a que un tío mató a un integrante de otra poderosa familia árabe. Por otro lado, un joven refugiado palestino, debe trabajar ilegalmente en Israel, en un restaurante regenteado por un cristiano, para financiar la operación de su madre. Finalmente Dando, un policía judío desea vengar la muerte de su hermano. Acompañando las tres historias está el hermano menor de Omar, el narrador en gran parte de la película, que tendrá un rol gravitante hacia el final.
Ajami no se circunscribe al conflicto árabe-israelí o palestino-israelí. Va mucho más allá, para presentar al espectador la actual situación compleja de Israel, donde la mezcla de razas y religiones es sinónimo de caos y peligro. Ajami habla de otros antagonismos, como el de hombre y mujer o el de pobre y rico. El film, de los directores Scandar Copti (judío) y Yaron Shani (árabe cristiano), está dividido en cinco capítulos. Por su estructura y puesta en escena, recuerda a los films de Iñarritu (Amores perros), a Crash (ganadora del Oscar) de Paul Haggis y en menor medida a Memento de Christopher Nolan. El guión, la puesta en escena y el montaje son notables. La información le es dada al espectador en cuenta gotas. Cada capítulo añade datos a la intriga. Las escenas se repiten, desde otro punto de vista, con planos suplementarios, para que las distintas historias cierren el entramado nudo argumental.
Basada en hechos reales, la película presenta una ciudad que tiene las características de una prisión humana sin ningún guardián que la proteja. Todo parece permitido: la lucha entre clanes familiares, el tráfico de drogas, matanzas a sangre fría, abusos de la autoridad de turno. Las mujeres, cariñosas, cumplen un rol de sumisas y dominadas. El poder dictatorial de los hombres, está más acorde con una familia del siglo XIX y no con los tiempos presentes. Por otro lado, los ricos, hacen sentir mediante presiones y amenazas su poder económico sobre los humildes. Los directores hacen una fuerte denuncia del mundo actual en decadencia, donde el optimismo no tiene cabida.
En las sombras
Im Schatten (En las sombras), del director alemán Thomas Arslan, es un excelente policial, que casi con seguridad no tendrá estreno comercial en Argentina. Es verdaderamente una lástima, que los distribuidores dejen escapar un film, donde el suspenso está muy bien manejado y entregado en dosis adecuadas. Con una excelente fotografía, Im Schatten, cuenta la historia de un presidiario, recientemente liberado, que está a la búsqueda de un nuevo gran golpe que le permita retirarse por un tiempo al ostracismo. Los contratiempos numerosos, permiten enriquecer la acción y la intriga. Las deudas pendientes del pasado que sus antiguos compinches no quieren saldar, un policía corrupto que lo persigue para extorsionarlo, el éxito a medias del robo a un camión recaudador de caudales y las consecuencias para todos los integrantes, enriquecen la trama con personajes que potencian la continuidad del film. Dinámico, más acorde con el cine clásico, Im Schatten, se sigue con mucha atención hasta el final. Muy recomendable.
Vincere
Lo único que le faltaba a Benito Mussolini, es que saliera a la luz, su romance con Ida Dalser y el hijo bastardo que concibieron. Marco Bellocchio, especialista en temas políticos (Buongiorno, notte) y temas urticantes (L’ora di religione), acerca al espectador, en un gran fresco “viscontiano”, el vínculo entre Mussolini y su amante, a principios del siglo XX, en el film Vincere. Ida Dalser, interpretada por una excelente Giovanna Mezzogiorno, encuentra en Milán a un Mussolini antimonárquico, anticlerical y ardiente agitador socialista. Inmediatamente se convierte en su héroe. Para financiar la fundación de “Il Popolo d’Italia”, diario que se convertirá en la base del Partido Fascista, Dalser vende su departamento, un salón de belleza, mobiliario y joyas. Se casan solo por iglesia. Al estallar la Primera Guerra Mundial, el líder fascista desaparece de su vida y recién lo encontrará en un hospital militar, malherido, pero atendido por Raquel, su actual mujer con la cual se casó por civil. Enfurecida, grita a los cuatro vientos, que es ella la legítima esposa y que le ha dado el primer hijo varón. Con el ascenso de Mussolini, Ida, que hasta su muerte reivindica su rol de mujer legítima, representa una amenaza para el régimen y por lo tanto es recluida en un hospital psiquiátrico, lejos de su familia y su hijo. Benito Albino, el hijo, primero es reconocido y educado en soledad, para más tarde ser negado por Il Duce.
El film está construido como un melodrama donde en el comienzo domina la pasión, para desembocar en la desilusión y la muerte. Historia que combina el poder con la psiquis y el psicoanálisis. Bellocchio, vincula el efecto del poder sobre las masas. Las multitudes enceguecidas marcan lo incorrecto, en tanto que la normalidad es presentada a través del supuesto desvío mental de la protagonista. Ida, no le hace caso al psiquiatra, que en pleno apogeo del régimen le recomienda comportarse como actores: “No es momento de estar diciendo la verdad”. La soberbia y el despotismo de unos, el temor, la complicidad y la cobardía de otros, confluyeron en un mundo enfermizo e injusto que terminó por acallar las pocas voces de condena. Vincere es una gran producción que llega a buen puerto gracias a la maestría de Bellocchio.
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