lunes, 12 de abril de 2010

Acné y Let Each One Go Where He May en el BAFICI

María Laura Arce (*)

El pasado sábado, el BAFICI nos invitó a tomar un poco de aire, y nos citó en el pasaje Carlos Gardel, para disfrutar de una cartelera bajo el cielo bonaerense.

El sol estuvo particularmente radiante ese día, esto impidió que se pueda empezar la exhibición a hora, así la luz natural retrasó el comienzo de la proyección. La película, que tan ansiosamente estuvimos esperando, fue Acné del director uruguayo Federico Veiroj.

Luego de media hora de espera, el sol bajó, y se pudo dar comienzo a la función. El director nos presentó su ópera prima, explicando que es una película que requiere la paciencia del espectador. A decir verdad eso me asustó un poco, pero le di el beneficio de la duda.

Acné es el relato de un adolescente, que inseguro ante su cuerpo lo empieza a descubrir, sus hormonas se empiezan a despertar y su iniciación sexual, de ser sólo curiosidad, pasa a ser una de sus más grandes preocupaciones. Es una tragicomedia, tan íntima y tan abierta, tan personal y sin embargo tan fácil de identificarse con ella, con el primer beso, con el primer amor…

Es una película tierna, con ciertos momentos divertidos y otros trágicos. Sin embargo, y nos lo advirtieron, requiere de paciencia ya que es algo, o tal vez muy, lenta.

Anochecía y la cita era en Lugones donde mucha gente esperaba ver Let Each One Go Where He May del director estadounidense Ben Russell. Se sentía mucha expectativa entorno a esta película. Y no era para menos.

Russell nos muestra como el hombre no es más que la sombra de él mismo, estando preso de una historia que se le fue impuesta. Da la sensación que sus personajes no se desplazan en el mundo real si no en una escena. Nos presenta a dos hombres en su relación cotidiana con los elementos; el agua, el fuego, el aire, la tierra, en el corazón de una naturaleza exótica y llena de colores imponentes, y poco a poco van cambiando de escenario. Una vez que los personajes llegan a la ciudad, nos desplazan a otro mundo, ¿el mundo real?

Es la crónica de una vida ordinaria reinventada, una película que tiene la habilidad de hacer que hasta el más mínimo de los gestos tome una importancia desmesurada.

Una película, o mejor dicho, una experiencia memorable.

(*) Corresponsal en Buenos Aires de Cine con Cristal

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