Un día más es el resultado de más de 80 horas de filmación acumuladas que acompañaban en un principio a la investigación “La cheqanchada: Caminos y sendas de desarrollo en los municipios migrantes de Arbieto y Toco”, de Leonardo de la Torre y Yolanda Alfaro (PIEB, CESU y DICyT, UMSS, 2007). Aquí es dónde empieza la historia, cuando de la Torre sociólogo y comunicador social invita a Sergio Estrada, quien ya tenía experiencia en el trabajo audiovisual, para participar de la aventura de hacer un doumental sobre la migración, cuando Donald Ranvaud (Estación Central, Ciudad de Dios, Casa Rodante) decide coproducir éste documental junto a Imago y el PIEB, cuando tomar un avión no representa retornar.
En Bolivia, como en toda América Latina, la realidad migratoria genera fenómenos sociales de distinta índole, que van desde la crianza de los niños asumida por los abuelos hasta aquella situación que uno de los habitantes de Arbieto, pueblo del Valle Alto de Cochabamba, nos cuenta sin lágrimas sino como algo natural y es la idea de acabar el colegio para luego partir a Estados Unidos, como un viaje de graduados que todos los jovenes del pueblo realizan, casi como un ritual de paso dentro de una cultura en construcción.
En Diógenes Escóbar Un día más encuentra su voz, es él quien a partir de su experiencia presenta un retrato de lo que es estar lejos de la tierra natal con todas las aristas que ésta condición implica, la cámara que guarda el respeto que merece el individuo al no ser un actor, no representa una distancia con el desarrollo de la narración, más al contrario construye una cercanía tanto espacial entre Estados Unidos y Bolivia como emocional que es el resultado de un trabajo que viene desde 2006 cuando comenzó el rodaje de ésta película, no es una mirada de imposición sobre nada, es una mirada compañera que en un contexto nacional actual nos enfrenta ante la pantalla a encontrarnos con la familia y los amigos que están sin estar, que vuelven sin volver, un encuentro con ellos que quisieran, como los paisanos de Arbieto, volver a ver en flor los duraznos.
El documental perfecto en su construcción narrativa demuestra ser el resultado de un profundo estudio. Un día más mantiene un ritmo que permite al espectador acompañar la trama sin distracciones de principio a fin, sin hacer necesario el artificio regular en éste tipo de emprendimientos de la presencia de expertos que aporten con criterios científicos a la película y sin que esto le reste validez a la investigación ni al producto audiovisual final, sino más bien abriendo los caminos de otras metodologías de análisis menos clásicas, la fuente de información en éste caso es directa y es ahí donde el aporte de la película se puede escribir con mayúscula, nos acomodamos en los rincones de la cocina con las historias de una familia que hace más de veinte años vive fuera del país, nos sentamos en el asiento trasero de una vagoneta y desde la ventanilla respiramos el aire de la despedida; es también una historia intergeneracional que cuestiona nuestras relaciones sociales entre padres e hijos y Sergio Estrada en La Paz la presentó simplemente como una historia de amor.
Hay grandes protagonistas en la película que sin ser anónimos puden ser relegados a segundos planos, Arbieto es el primero, el pueblo que ve nacer a esos hijos que por distintos motivos siempre lo abanonan, ese lugar que es tierra de fiesta y soledad; ese espacio en el mundo que no es fácil de olvidar que atrae magnéticamente a sus habitantes a un retorno final al origen. El segundo personaje es la música, un aporte único que llega de la mano y guitarra de Manuel (Papirri) Monroy Chazarreta y que es en el momento exacto un acorde que eleva la historia a un hondo suspiro silencioso de añoranza o saudade. La muerte también tiene un rol importante, el gran miedo a morir lejos es el motor de diversas acciones y desde un punto de vista antropológico muchas veces son nuestros muertos quienes nos hacen de un lugar, ahí donde ellos estén nosotros estaremos y eso se ve reflejado en una de las escenas en las que Diógenes se encuentra arreglando el mausoléo que mandó a construir para su familia, es cuando pide a los músicos de la banda que toquen Terremoto de Sipe Sipe que algo se quiebra devolviendonós en las notas desafinadas el tiempo que ya no vuelve.
Un día más es un documental que se encuentra entre las mejores propuestas bolivianas de este año, una invitación a la reflexión y la discusión acerca de lo que representa la migración en nuestro país.
Claudio Sánchez Castro
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