El director catalán Ventura Pons estuvo en La Paz durante el 11 Festival de Cine Europeo en Bolivia, en esa oportunidad la Revista on-line Cinemas Cine editó Travelling, una edición impresa extraordinaria, donde se publicó originalmente esta entrevista.
Por: Claudio Sánchez
Tu carrera comienza en el teatro, ¿cómo llegas al cine?
Es cierto que antes de hacer cine he dirigido más de 20 espectáculos de teatro, pero siempre he tenido el cine en la cabeza, desde pequeñito lo que quería era dedicarme al cine. Por casualidad, a los 20 años entré en el mundo del teatro. Entonces, llegó un momento en el que estaba muy bien considerado como director de teatro y me dije: “bueno, qué estás haciendo con tu vida, si lo que quieres es hacer cine”. Ahí es cuando vuelvo a pensar mi carrera como director de cine.
¿Qué relación tienen el cine y el teatro para ti?
Bueno, el teatro va como tres o cuatro pasos más adelante que el cine, en interés temático. En el teatro digamos que hay un sentido más profundo por las historias y tiene un contenido como que más arriesgado, más novedoso, más profundo. La propia esencia industrial del cine hace que, sobre todo los productores, tiendan a ser más conservadores. Creo que si se extrapolan las experiencias teatrales al cine sería muy provechoso para éste, porque lo que el cine necesita son buenas historias. De hecho mucha de la gente, tanto en Europa como en América, que aporta historias novedosas al cine procede del teatro.
Llevas más de 30 años haciendo cine ¿Qué ha cambiado en tu propuesta en este tiempo?
Ha cambiado que he aprendido el oficio. Esto de hacer cine es un oficio, se trata de explicar historias con imágenes; es un oficio que hay que aprenderlo, y que se aprende muchísimo con la praxis. Esto en cuanto a las herramientas del tra¬bajo: los directores de cine somos como artesanos, hacemos una cosa que es arte pero también tiene una parte de oficio. Creo que ahora tengo mucho oficio, ahora me reconozco. En las primeras películas tenía las ideas, pero el oficio me costaba. En cuanto al contenido de mis películas, yo me he hecho mayor y la alegría de vivir es diferente, lo que te apetece contar va cambiando con el tiempo, no es lo mismo hacer una comedia de gente joven cuando tienes 35 ó 40 años, cuando estás todavía con la alegría de estas cosas, que cuando de repente empiezan a interesarte asuntos con más profundidad, y más del sentido de la vida. Pero creo que esta es una evolución normal.
Háblanos de A la deriva, tu más reciente película.
Fíjate que Anita no pierde el tren y A la deriva son como la cara y la cruz de la misma mo¬neda, porque las dos ha-blan de lo mismo, de la necesidad de encontrar al otro, esa necesidad que todos tenemos del amor. Las dos películas hablan de la amistad como sustituto de la familia tradicional. A la deriva es la historia de una mujer luchando por su realización afectiva, y con un contexto de amigos que nada tienen que ver con los amigos tradicionales. A la deriva está contada en clave de drama.
En el 11° Festival de Cine Euro¬peo también se proyectó Amor Idiota.
Curiosamente esta película también habla de lo mismo, pero en este caso el protagonista es un hombre que también ve a una mujer y se queda colgado de ella. Entonces, la película es la búsqueda de la relación con esa mujer en un contexto de amistad. Uno se da cuenta, con el tiempo, que las historias cambian pero que se va repitiendo el contenido, los temas son los mismos: amor, amistad y muerte, que son universales. Anita no pierde el tren, Amor idiota y A la deriva son tres adaptaciones de textos originales de un autor catalán, Lluis-Antón Baulenas, y las tres son muy diferentes.
¿Cuál es tu relación con América Latina?
Me siento muy bien mostrando mis películas en América Latina, tengo realmente muchos amigos y tengo la suerte de que hayan hecho retrospectivas en varias partes: Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Venezuela, Colombia; casi cada año estoy en el Festival de La Habana, no siempre personalmente, pero sí mis películas. La gente es muy cercana y muy receptiva en Latinoamérica. Vivo en el Mediterráneo en Barcelona, soy latino pero romano, latino no en el contexto suramericano de la palabra. Sin embargo, no sé exactamente que piensan ustedes de mi cine, yo veo que se lo pasan muy bien pero en el fondo pienso: “somos otros, somos sociedades tan distintas y con problemáticas tan brutalmente diferentes que si yo fuera sudamericano, como el cine es el reflejo de tu mirada sobre tu sociedad, mi cine sería completamente diferente”. Porque yo miro y vivo mi sociedad, y eso se refleja en mi cine. Me gusta mucho ver películas de distintos países de América Latina, pero mi relación llega hasta aquí, que ya está bien, en verdad.
2 comentarios:
Vi la película A la deriva y me pareció que estaba realmente a la deriva.
Actuación muy teatral, me quedo un poco perpleja con la utilización de imágenes africanas: la relación sujeto-estética me parece casi malsana, una buena cantidad de escenas que sirven poco o nada a la trama principal (y que no tienen interés por sí mismas). Ningún tena es tratado a fondo... ni el de la amistad.
http://cinemazul.blogspot.com/2010/12/la-deriva.html
Lo que rescato de esa película es la escena de la golpiza al gerente del camping pues tiene bastante fuerza.
Feliz Navidad y Próspero 2011.
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