Desaparecido hace 25 años el cortometraje de Diego Torres Peñaloza, Partenogénesis del artista (Bolivia, 1982) es ahora una de las piezas para entender, en su conjunto, la obra del director de los largometrajes La ley de la noche (Bolivia, 2005), Alma y el viaje al mar (Bolivia, 2003) y La calle de los poetas (Bolivia, 1999). El cortometraje de Torres es además, ya por sí mismo, parte de la colección de anécdotas que en el cine nacional los encuentros, desapariciones y hallazgos tienen.
Partenogénesis del artista es en primer lugar, como lo propone el nombre, el auto alumbramiento del artista. La búsqueda de quien hace y deshace con sus pinceles, que en éste caso está interpretado por el mismo Diego Torres. El pintor que encuentra los espejos rotos en aquellos lugares que luego van a ser recurrentes en la obra de Torres, como las gradas, que en La Paz juegan un rol protagónico en la vida de sus habitantes, al ser ésta una ciudad de subidas y bajadas, la calle es otro espacio usual, que no viene de la mano de la casualidad en ningún caso, es más bien tratada como elemento de tránsito, de acercamiento y al mismo tiempo de distancia. El personaje y su introspección, su búsqueda constante que lo hace artista, su mundo de óleos y cartón. Por último otro elemento por el cual apuesta el director es la calidad de experimental en su cine que bordea el surrealismo, siendo también en sus primeros años de carrera éste un lugar habitual.
Realizado en 1982 en formato de 16 mm., en blanco y negro, Partenogénesis del artista ha sido reeditada cuidando la esencia misma del cortometraje. Eliminada una escena, que según el mismo director, resultaba innecesaria y cambiada por completo la banda sonora el resultado es una pieza, puedo decirlo, que junto a Umbral (Bolivia, 1977) son fundacionales en la trayectoria de Diego Torres.
Claudio Sánchez Castro
Partenogénesis del artista es en primer lugar, como lo propone el nombre, el auto alumbramiento del artista. La búsqueda de quien hace y deshace con sus pinceles, que en éste caso está interpretado por el mismo Diego Torres. El pintor que encuentra los espejos rotos en aquellos lugares que luego van a ser recurrentes en la obra de Torres, como las gradas, que en La Paz juegan un rol protagónico en la vida de sus habitantes, al ser ésta una ciudad de subidas y bajadas, la calle es otro espacio usual, que no viene de la mano de la casualidad en ningún caso, es más bien tratada como elemento de tránsito, de acercamiento y al mismo tiempo de distancia. El personaje y su introspección, su búsqueda constante que lo hace artista, su mundo de óleos y cartón. Por último otro elemento por el cual apuesta el director es la calidad de experimental en su cine que bordea el surrealismo, siendo también en sus primeros años de carrera éste un lugar habitual.
Realizado en 1982 en formato de 16 mm., en blanco y negro, Partenogénesis del artista ha sido reeditada cuidando la esencia misma del cortometraje. Eliminada una escena, que según el mismo director, resultaba innecesaria y cambiada por completo la banda sonora el resultado es una pieza, puedo decirlo, que junto a Umbral (Bolivia, 1977) son fundacionales en la trayectoria de Diego Torres.
Claudio Sánchez Castro
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