La Habana ha sido explorada por los cineastas constantemente, desde James Bond (Our man in Havana, 1959) o Tin Tán (Tin Tán en La Habana, 1953) hasta Benito Zambrano con su Habana Blues (2005). El retrato siempre ha tenido distintas aristas, pero una constante es su melodía. Alguien dijo alguna vez que la capital cubana es una ciudad que suena y el cine ha priorizado siempre, sobre cualquier otro aspecto, la música de la isla, la música habanera.
Havanna, mi amor (2000) es un documental del alemán Uli Gaulke que busca desde las relaciones personales reconstruir una ciudad con muchas particularidades propias del carácter latino, e inconfundibles cuando se entiende el bloqueo inhumano que sufre Cuba desde hace varias décadas. Sin querer ser una radiografía de la sociedad habanera, sino más bien una aproximación a la cotidianeidad de sus habitantes, el director propone que nos detengamos en ciertos personajes, que desde sus experiencias recorren con nosotros las calles de La Habana en bicicleta o a pie, cuando vemos aquellos automóviles estacionados, cuando vemos aquellas famosas ¨guaguas¨ moverse lentamente. Los personajes nos invitan a pasar al interior de sus casas, comparten con el espectador desde lo más mínimos detalles de su vida, quitándose cualquier posible máscara olvidando que la cámara puede representar una primera distancia.
La telenovela, es en la película más que una simple historia en capítulos hecha para la televisión, es una hora del día que parece unir las historias sincronizando la vida de los personajes, la telenovela permite que ingresemos a lo más íntimo de los hogares de estas personas, cuando nos cuentan de a poco, sin mucha prisa alargando cada una de las palabras, la vida propia que parecen tener los objetos en el documental, cada televisor tiene algo por contar que permite reflexionar sobre un tiempo del pasado siglo XX.
Sin decirlo textualmente el documental recorrer los grandes conflictos de la isla. Merece un capítulo aparte la migración, que es vista tanto desde la telenovela como parte del guión de ésta, que es comentado por una joven pareja que cuestiona su rol en la sociedad, hasta una conversación telefónica con una ex esposa que vive en Canadá y que parece tener la solución en una vida que tiene sus diferencias y dificultades, que se diferencia de otros países de América Latina y que a su vez se asemejan a las realidades de cualquiera. Aquello que parece ser distinto y también parecen ser lo mismo son los motivos, las condiciones de la migración, esto entendido como un fenómeno social.
Uli Gaulke nos presenta su mirada sobre La Habana y nos invita a sonreír a la vida en un día cualquiera, cuando todo parece quebrarse en un mundo que en su desarrollo no termina de dar respuestas a conflictos externos e internos que provocan más dudas que certezas, es por esto que el documental permite ser un testimonio de un alto valor ético y estético.
Claudio Sánchez Castro
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